Andalucía, un plató de Netflix
10 años de Netflix en España
El desembarco de la plataforma en España hace una década revolucionó el sector con su filosofía descentralizadora, que extendió sus rodajes por todo el país y propició también un salto de calidad para el audiovisual andaluz
Diego Ávalos, vicepresidente de Netflix: "El talento andaluz es parte fundamental de la industria audiovisual española"

Cuando Netflix aterrizó en España en octubre de 2015, lo hizo en un mercado audiovisual dominado por las cadenas de televisión tradicionales, con un puñado de centros de producción concentrados principalmente en Madrid y Barcelona. La llegada de esta plataforma de streaming generó inicialmente recelo en algunos sectores, pero también abrió una puerta al cambio en un entorno que comenzaba a vivir una transición incierta.
Una década después, el balance es innegable: Netflix no solo ha revolucionado la forma de consumir contenidos, sino que ha transformado profundamente la manera de producirlos, impulsando una industria audiovisual más diversa, descentralizada y con mayor proyección internacional.
España fue uno de los primeros países fuera de Estados Unidos donde Netflix decidió invertir en contenido local, atraída por la madurez técnica del sector, la riqueza de sus narrativas y el valor internacional de su idioma.
Hoy, ese movimiento estratégico se ha traducido en una red estable de más de 60 productoras independientes colaborando con la plataforma, con proyectos rodados por toda la geografía nacional, desde Galicia hasta Canarias, pasando por Andalucía, País Vasco, Extremadura o las Islas Baleares. Esta expansión territorial ha roto con la tradicional concentración madrileña-barcelonesa y ha contribuido a una mayor capilaridad y riqueza cultural en el audiovisual español.
Andalucía, un plató internacional
En este nuevo mapa audiovisual, Andalucía ha emergido como uno de los epicentros más activos y versátiles. La comunidad no solo aporta paisajes únicos y riqueza cultural, sino que se ha consolidado como un plató privilegiado tanto para producciones nacionales como internacionales de Netflix. Desde la luz dorada de las playas almerienses hasta las callejuelas de Málaga, pasando por las minas de Riotinto o los paisajes serranos de Zahara, la región se ha convertido en un escaparate natural de historias que viajan por todo el mundo.

Series como The Crown han utilizado localizaciones andaluzas -Cádiz, San Fernando, Málaga o Almería- para recrear escenarios de Oceanía o el Caribe. La monja guerrera se rodó íntegramente en la región, con paradas en Ronda, Antequera, Marbella o Sevilla. En Feria: La luz más oscura, la ficción se fusiona con la realidad en enclaves tan singulares como Zahara de la Sierra o las antiguas minas de cobre de Riotinto. También Kaos, una reinterpretación contemporánea de la mitología griega, eligió escenarios urbanos malagueños como la Alameda de Colón o el Paseo de Pablo Ruiz Picasso.
Uno de los ejemplos más emblemáticos de este vínculo entre Netflix y Andalucía es La chica de nieve, adaptación de la novela homónima de Javier Castillo. La serie, protagonizada por Milena Smit, trasladó su ambientación original de Nueva York a Málaga, aprovechando más de 25 localizaciones locales -desde la Plaza de la Constitución hasta El Palo o la Playa de La Araña- para construir un thriller de tintes universales pero con alma andaluza. La producción, que recreó incluso una cabalgata de Reyes Magos con 800 extras, fue reconocida con el Sello de Producción Sostenible por parte de la Málaga Film Office.
En el ámbito documental, Netflix también ha explorado historias profundamente enraizadas en Andalucía. ¿Dónde está Marta?, sobre la desaparición y asesinato de Marta del Castillo en Sevilla, utilizó herramientas forenses modernas como la geolocalización de teléfonos móviles para ofrecer una nueva mirada sobre el caso. Por su parte, No estás sola: La lucha contra La Manada volvió la vista sobre la agresión sexual en Pamplona, poniendo el foco en el despertar feminista que se extendió por toda España, y que tuvo en Andalucía uno de sus epicentros de movilización.
El impacto de esta actividad va mucho más allá de lo simbólico o cultural. Solo en 2023, Andalucía acogió 1.381 rodajes, generando un impacto económico estimado en 110 millones de euros y más de 21.000 empleos.
La región ha sabido canalizar este auge mediante iniciativas como la Gran Ruta del Cine de Andalucía, que propone recorridos turísticos por los enclaves más reconocibles de películas y series. Así, el turismo de pantalla se convierte en otro de los frutos tangibles del efecto Netflix.
El despegue de una industria global
Más de 100 series, películas y documentales españoles han visto la luz gracias al empuje de Netflix en estos diez años. Pero no se trata solo de cantidad, sino de calidad y de un compromiso claro por rodar las historias en sus propios territorios, respetando sus acentos, paisajes y particularidades.

Títulos como El desorden que dejas, Bienvenidos a Edén, Intimidad, El cuco de cristal o Heartstopper ejemplifican esta apuesta por reflejar la diversidad y el pulso local desde la gran pantalla.
Uno de los hitos más emblemáticos de esta década es la producción de La sociedad de la nieve, dirigida por J. A. Bayona. Este proyecto de gran envergadura llevaba años gestándose, pero encontró el respaldo definitivo con Netflix, que apostó por rodar la historia en español y en los escenarios originales, desde Sierra Nevada hasta los Andes y Montevideo.
La película, que incorporó tecnología puntera como pantallas LED móviles para recrear el inhóspito valle de las Lágrimas, acumula más de 98 millones de visualizaciones y se ha convertido en la producción en español más vista en la historia de la plataforma. Además, ha sido la más galardonada en los últimos Premios Goya y logró dos nominaciones a los Oscar.
Junto a La sociedad de la nieve, producciones como La casa de papel han traspasado las fronteras y se han convertido en fenómenos globales. Creada originalmente para la televisión en abierto y rescatada por Netflix, la serie no solo popularizó la emblemática canción Bella Ciao, sino que también se erigió en símbolo de rebeldía para una generación. Su éxito se prolongó con el spin-off Berlín, que ha rodado parte de sus escenas en Sevilla y en el Parque Natural de Cabo de Gata (Almería).
Más allá de la pantalla
El efecto Netflix se extiende más allá del audiovisual. La adaptación de La chica de nieve disparó las ventas del libro original de Javier Castillo, superando los dos millones de ejemplares y logrando traducciones inéditas a idiomas como el alemán, inglés o portugués. Otras novelas como Valeria o Un cuento perfecto, de Elísabet Benavent, también alcanzaron el top-10 de ventas en Amazon España tras su paso a la pantalla.

Este fenómeno de retroalimentación cultural ha incidido en ámbitos tan variados como la música, el turismo o la cultura popular. La serie Miércoles rescató la canción Bloody Mary de Lady Gaga, que entró por primera vez en la lista de los 40 principales de Billboard once años después de su estreno.
Otros ejemplos son la recuperación del tema Fragile de Sting tras la ficción Adolescencia, o el auge del ajedrez tras el éxito de Gambito de dama. La influencia alcanza incluso a los disfraces de Halloween y a destinos turísticos, con espectadores que buscan visitar los escenarios reales de sus series favoritas.
Un dato clave en esta transformación es la apertura, en 2019, del centro de producción de Netflix en la Ciudad de la Tele de Tres Cantos, Madrid, el primero de la compañía en Europa.
Allí se han rodado más de 40 títulos, empleando directamente a unas 250 personas en un espacio dotado de tecnología de vanguardia y que funciona íntegramente con energías renovables. Este tipo de inversión industrial marca un antes y un después en un sector tradicionalmente fragmentado y con elevada precariedad laboral.
Un nuevo ecosistema audiovisual
Diego Ávalos, vicepresidente de contenidos de Netflix, sintetiza la importancia de España en la estrategia global: "España ha sido uno de los primeros países donde apostamos por contenido local, y hoy es uno de los centros de producción más importantes que tenemos fuera de EEUU".
No se trata solo de volumen, sino de impacto cultural y económico. Series como Élite, Valeria o El inocente han colocado a creadores, actores y técnicos españoles en el mapa internacional, consolidando el audiovisual español como un referente global.
Netflix también ha impulsado la diversidad lingüística y cultural dentro del país, algo poco habitual en la industria global. Un ejemplo claro es la producción de Desaparecidos/Desagertuta, disponible en castellano y en euskera, buscando reflejar con fidelidad el entorno donde transcurre la historia y conectar con las distintas comunidades.
El impacto también se ha dejado notar en la profesionalización del sector técnico y creativo. La creciente demanda ha elevado la especialización, fomentado nuevos perfiles profesionales y obligado a empresas de servicios a modernizarse en áreas como doblaje, posproducción o tecnología aplicada. Así, Netflix ha contribuido a que el audiovisual español sea hoy más competitivo y preparado para los retos futuros.

Una mirada más amplia
Diez años después, Netflix ha dejado de ser una novedad para convertirse en un actor estructural del sector audiovisual español. Su inversión, generación de empleo, apuesta por la diversidad territorial y cultural, colaboración con talento local y capacidad para exportar contenidos han transformado la industria desde dentro.
Más allá del entretenimiento, ha ampliado la mirada sobre quién puede contar historias, desde dónde y para quién. Y si algo ha quedado claro en estos diez años es que las grandes historias pueden nacer en cualquier rincón del país. Solo hace falta saber dónde mirar.