Ni peces ni ranas camino del embalse de Alcolea

Los residuos ácidos y metálicos de las minas abandonadas impiden la vida en áreas del Odiel

Investigadores apremian a tomar medidas correctoras para que el agua de la futura presa sea viable

La Junta acabará la infraestructura y el Gobierno compensará con otras obras

Aguas que atraviesan una mina abandonada en Sotiel-Coronada (Calañas, Huelva).
Aguas que atraviesan una mina abandonada en Sotiel-Coronada (Calañas, Huelva). / M. G.
Miguel Lasida

19 de mayo 2025 - 06:00

El río Odiel baja sin vida a la altura de Sotiel-Coronada, donde se perpetúa una vieja mina. No hay peces ni patos ni pájaros ni mosquitos. Resulta raro comprobar que esta corriente caudalosa después de las lluvias primaverales esté en realidad muerta. El silencio es total en este paraje minero de Calañas (Huelva). Apenas hay ecos de varios mozos que preparan la romería en una ermita cercana y de la maquinaria de la nueva explotación. El ambiente es raro, de otro planeta. El olor a sangre revela la presencia de hierro y el olor a huevos podridos señala los azufres. El río viaja amarillento y el rastro blanquecino, lechoso, justo donde afluye el arroyo Fresnajoso, revela la precipitación de aluminio por la reacción de dos aguas distintas. Esta agua ácida y metálica es la que llega al embalse de Alcolea.

La construcción del embalse de Alcolea ha estado rodeada de polémica antes de que se interrumpiera en 2017 y la reanudación del proyecto, prevista para los próximos años, va a seguir siendo un objeto de controversia. Después de temporadas sin novedades, el Gobierno central y la Junta de Andalucía, las administraciones que iban a repartirse el coste de los 164 millones de la estructura y las redes de distribución hace más de una década, han resuelto desatascar la obra: el Gobierno andaluz se hace cargo del coste del nuevo proyecto mientras el Gobierno central se desentiende y asume obras por unos costes equivalentes. El acuerdo de esta permuta está “maduro”, dice la Junta. Que el Gobierno central se haya desmarcado de la responsabilidad de reanudar la construcción de la presa tras años de presiones de los regantes y de la administración andaluza ha provocado cierta sorpresa y no pocas interrogantes.

España era al inicio del presente siglo el país con más presas por habitante del mundo. La cuenca del Odiel, sin embargo, apenas está regulada. El motivo es la alta contaminación de sus aguas. El proyecto original del embalse iba a contener 246.000 millones de litros dirigidos principalmente a 20.000 nuevas hectáreas de cultivo de regadío en las comarcas del Condado y el Andévalo, ayudando a disminuir el uso del acuífero de Doñana. También se pensó para un uso urbano e industrial y para la prevención de inundaciones en el entorno de Gibraleón. El Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Andalucía ha recordado después de la dana de Valencia la necesidad de la construcción de ocho infraestructuras en la región. El embalse de Alcolea está entre ellas. La tragedia valenciana ha empujado la decisión de las administraciones. Habrá un nuevo diseño de presa en Alcolea. Evitar las inundaciones, sin embargo, no impide el escollo de cómo hacer viable el agua del embalse para los demás usos.

Rocas teñidas de amarillo ferroso en la ribera del río Odiel, a su paso por la antigua mina de Sotiel-Coronada.
Rocas teñidas de amarillo ferroso en la ribera del río Odiel, a su paso por la antigua mina de Sotiel-Coronada. / M. G.

El presidente de la Asociación de Comunidades de Regantes de Huelva, Juan Antonio Millán, ha urgido con insistencia a la construcción del embalse. El ex alcalde socialista de Cartaya, receptor de la Bandera de Andalucía al Mérito Medioambiental en 2022, considera que esta infraestructura sería la solución a las sequías. Los regantes comparan la toxicidad de estas aguas con la de los embalses de la provincia, como el de Jarrama, Corumbel, Andévalo u Olivargas. Ninguno de ellos recibe la cantidad del agua tóxica de una veintena de minas abandonadas como lo hace el de Alcolea.

Los efectos del drenaje ácido de las minas

El embalse de Alcolea está planteado debajo de la confluencia de los ríos Oraque y Odiel, en cuyas cabeceras hay una elevada cifra de explotaciones mineras desiertas. La comarca está en la Faja Pirítica Ibérica, uno de los mayores yacimientos de sulfuros del planeta. Con un tratamiento adecuado, resumidamente explicado, se obtiene cobre, zinc, plomo o ácido sulfúrico aunque también una serie de residuos menos atractivos para el mercado, residuos tóxicos: aguas muy ácidas, hierro, arsénico o cadmio. La actividad minera, que comenzó hace cinco mil años y que tuvo su auge en la segunda mitad del siglo XIX, tiene como contrapartida la diseminación tóxica del llamado drenaje ácido de mina. Este desecho, explica Manuel Olías, es el principal motivo de contaminación de los ríos del mundo. Y el Odiel es un ejemplo extremo.

Aportes de agua a la presa de Alcolea, bajo los ríos Odiel y Oraque.
Aportes de agua a la presa de Alcolea, bajo los ríos Odiel y Oraque. / Infografía.

Manuel Olías es catedrático de Hidrología Superficial e Hidrogeología de la Universidad de Huelva. Él y su equipo llevan más de dos décadas analizando el agua en torno a las cuencas mineras y han llegado a conclusiones significativas. Por un lado, que la acidez y la concentración de metales disueltos en el agua que llega a Alcolea desaconsejan un “uso directo” para la agricultura y el abastecimiento urbano. También han demostrado que la Declaración de Impacto Ambiental del proyecto de las obras del embalse tuvo “graves deficiencias”. Estas conclusiones están publicadas en sendos artículos de 2007, 2011 y 2022. Un informe del Instituto Deltares encargado por la Junta y publicado en 2021 detectó óptimas características del agua que desembocaba en la zona de Alcolea pero poco después se retractó: había errores y la calidad del agua, en efecto, era incierta. Otro informe de 2022 del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas ha sugerido controles exhaustivos del agua que llegaría a la futura presa.

Aunque son costosas, hay soluciones para hacer el agua viable: un complejo plan para renaturalizar la cuenca del Odiel. También pueden aislarse las escombreras, desviar las aguas que entran en las zonas mineras y hay novedosos tratamientos químicos disponibles. La eliminación del 70% del ácido que las minas inutilizadas vierten al río es necesario.

Hasta entonces, ríos como el Odiel o el Tinto caminan moribundos hasta la ría de Huelva. Y no van del todo muertos porque hay una rica vida microscópica, bacterias adaptadas a ambientes de extrema acidez que son los primeros seres que habitaron la Tierra y los últimos que lo harán. A estas corrientes han recalado investigadores que estudian la posible vida en Marte. Por ahora, como informó a Felipe II el emisario Diego Delgado, en estas aguas onubenses “no se cría cosa viva”, “eché una rana viva y murió sin poder salir”.

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