
Envío
Rafael Sánchez Saus
La raíz del mal
En tránsito
Rafael Nadal nació en el pueblo de mis abuelos maternos (Manacor, en Mallorca) y durante una gran parte de su vida vivió en un edificio ocupado por varias generaciones de su familia: los abuelos, los padres y los nietos. Incluso cuando era un campeón multimillonario, seguía viviendo en ese edificio, que era más bien modesto y que estaba en el centro de Manacor, a la vista de todo el mundo.
Una vez –creo que ya lo he contado– un amigo mío le pintó un retrato, y cuando lo acabó, llamó a su familia –a su tío el mánager, en concreto– para decirles que iba a pasar a entregarles el cuadro. “No, no, no hace falta que pases. Rafa irá a recogerlo personalmente”. Y así fue. Por aquellos años, Nadal era una celebridad mundial con muchos millones en su cuenta bancaria, pero él mismo cogió el coche y fue a recoger el retrato a la casa de mi amigo, que vivía en la otra punta de Manacor, en una finca muy bella que se llamaba S’Auba.
Todo el mundo en Mallorca –y fuera de Mallorca– sabe que Rafa Nadal es una de las personas más modestas que te puedas encontrar. Hace pocos días, en París, se ha rendido un homenaje multitudinario en el que estuvieron presentes Federer, Djokovic y otras grandes estrellas del tenis que compitieron con él y sudaron sangre jugando con él. Ver a todos esos tenistas en la pista honrando a Rafa Nadal, que en muchas ocasiones había sido su vencedor, sería como ver a Héctor homenajeando a Aquiles frente a las murallas de Troya. Pocas imágenes más hermosas habremos visto en estos tiempos: los mejores, los más aguerridos, los más combativos, honrando al vencedor en la hora de su retirada. Pero esto ocurrió en París. Y curiosamente, en España apenas se ha honrado a Nadal, y eso que es uno de los dos o tres mejores deportistas españoles de todos los tiempos. De todos los tiempos, hay que repetirlo.
¿Por qué? Muy fácil: Rafa Nadal cae mal a los progres. No es nacionalista ni independentista (si se hiciera llamar Rafel Nadal y enarbolara una bandera catalana, todo sería distinto) y representa un modo de vida que resulta incompatible con todo lo woke: cree en la familia y cree en el esfuerzo. En la España actual, está claro que nunca se le harán homenajes.
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