La difícil reconstrucción del Cádiz CF: dos fracasos estrepitosos y falta de credibilidad
Con la permanencia ya confirmada, el club tiene tiempo de sobra para planificar la próxima temporada
Accionista y miembro del consejo de administración del Cádiz CF estalla contra el equipo

Cádiz/El Cádiz CF ahora sí está salvado de manera matemática. Ha tenido que llegar hasta la penúltima jornada de LaLiga Hypermotion para confirmar su continuidad. Ese hecho resume el fracaso en toda regla de una temporada 2024-25 que está muy cerca de su epílogo. Lo que mejor que puede pasar es que termine ya sin olvidar lo que ha sucedido, sin pasar por alto quiénes son los culpables y con la vista puesta en la campaña 2025-26 que arrancará a mediados del próximo mes de agosto.
El partido contra el Racing de Ferrol disputado el pasado domingo 18 de mayo (derrota por 1-0 con una imagen lamentable) fue una muestra más del desastre que ha sido el Cádiz CF. Un equipo concebido en teoría para pelear por el ascenso, recién aterrizado tras cuatro años en la élite del balompié, tomó el camino contrario y se vio enredado en la lucha por evitar la hecatombe que hubiese supuesto la caída a Primera Federación.
El reparto de responsabilidades da para todos, en especial para dos partes. Los jugadores no han estado a la altura del objetivo más ambicioso y los directivos no han sido capaces de armar un plantilla en condiciones. El mercado de invierno sacó a relucir la realidad deportiva y económica, con sólo dos refuerzos de bajo coste (Iker Recio y Mario Climent) y el entrenador y el presidente situados en polos opuestos. Mientras Gaizka Garitano pidió refuerzos en ataque, Manuel Vizcaíno contrató a dos defensas.
Una vez consumado el fiasco y sin nada en juego a falta de dos capítulos para el final de campeonato, el club ya se puede centrar al cien por cien en la planificación del curso venidero, de nuevo en Segunda División. La prioridad pasa por una necesaria reconstrucción de la plantilla con varias vertientes: la salida de futbolistas con contrato en vigor, traspasos para ganar margen económico y fichajes para formar un equipo capacitado para competir por el reto del ascenso.
La tarea no es fácil y la tienen que hacer los que han fracasado en las últimas dos temporadas. Los principales responsables del hundimiento, el presidente y la dirección deportiva, son los encargados de reflotar a un equipo que ha pasado de ser un candidato al ascenso a uno más en la categoría de plata que aspira al asidero de los 50 puntos.
La pérdida de crédito es absoluta por parte de los responsables. Son dos fracasos consecutivos mientras el distanciamiento entre el club y la afición alcanza las cotas elevadas más en la historia reciente de la entidad. Muchos aficionados no quieren a los directivos, a los que culpan de la mala trayectoria. La reconstrucción de los puentes entre el equipo y la afición es otro trabajo que tienen por delante los gestores porque el ambiente se ha vuelto irrespirable. La paz social se convierte en una misión casi más difícil que la de configurar una buena plantilla.
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