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El título de la encíclica destinada según Francisco a todas las personas del mundo, incluso las no católicas, hace alusión al poema El Cántico de las criaturas escrito en el siglo XIII por Francisco de Asís. Bergoglio dice: “Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Francisco es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología, y amado también por muchos que no son cristianos”. La encíclica la firmó Francisco el 24 de mayo de 2015 y se presentó el 18 de junio de ese año, y “pretende reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”.
Trataré de resumir la encíclica de Francisco: “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar”. “Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos importan a todos”.
“El clima es un bien común, de todos y para todos. Hay un consenso científico que indica que nos encontramos ante un calentamiento del sistema climático con constante crecimiento del nivel del mar y eventos meteorológicos extremos. La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento o, al menos, las causas humanas que lo producen o lo acentúan”.
“El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. Es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental, que no son reconocidos como refugiados en las convenciones internacionales”.
“Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político, parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático. Se hace urgente el desarrollo de políticas para que la emisión de CO2 y otros gases contaminantes se reduzca drásticamente, reemplazando los combustibles fósiles por energía renovable”.
“El agua es indispensable para la vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos. La pobreza del agua se da especialmente en África. Mientras se deteriora la calidad del agua disponible, en algunos lugares se trata de privatizar este recurso, convertido en mercancía regulada por las leyes del mercado. El acceso al agua potable es un derecho humano básico y es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. La pérdida de biodiversidad, de selvas y de bosques implica la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos importantes para la alimentación y para la curación de enfermedades. Cuando sólo se busca un rendimiento económico fácil, a nadie le interesa la preservación de los ecosistemas, y el costo de los daños que se ocasionan por el egoísmo de algunos es mucho más alto que el beneficio económico que se puede obtener. Si el ser humano es también una criatura de este mundo que tiene derecho a vivir y a ser feliz, hay que considerar los efectos del actual modelo de desarrollo y de degradación ambiental. Muchas ciudades gastan energía y agua en exceso. El deterioro del ambiente y de la sociedad afectan a los más débiles del planeta”.
He tratado de resumir la encíclica de Francisco, que en mi opinión es ejemplar. Mientas escribía, me pilló el apagón que durante unas horas nos devolvió a un tiempo oscuro, sin luz, peligrando la salud de los pacientes en hospitales, gente atrapada en ascensores, en metros, en trenes, en teleféricos, suspensión de vuelos. Solo la radio con pilas, el mágico transistor, nos salvó informando de lo que estaba pasando. No puedo entender a quienes desde la oposición, al conocerse el apagón empezaron a culpar al Gobierno y a enfangar hablando de corrupción, en un momento en el que la gente estaba entrando en pánico. Feijóo tendió una mano a Sánchez, pero al día siguiente el PP volvió a culpabilizar al Gobierno. ¡Hay que ser miserables! Por no hablar de las CCAA del PP que pasaron la responsabilidad de la crisis al Gobierno con el estado 3 de emergencias.Ya lo dijo el poeta: ¡Una de las dos Españas, ha de helarte el corazón! ¡Ha habido gente que irracionalmente ha criticado la labor pastoral de Francisco! Me quedo con las declaraciones del cardenal y arzobispo de Madrid, José Cobo, andaluz de Sabiote, Jaén: “El Papa que venga tendrá que acoger lo que aportó Francisco, que hizo reformas irreversibles”. Y a quienes instigan y dividen a la sociedad: ¡Dejen el fango, el odio y el insulto permanente. Conversemos educadamente, unámonos en la construcción de un país mejor para nuestros nietos. Hagámoslo al menos, por ellos! ¿Es mucho pedir?
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