El cantaor Rancapino Chico, un invitado muy especial en el centro de Alzheimer de San Fernando
El joven cantaor se deja entrevistar por los usuarios y se arranca con unos cantes
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San Fernando/Probablemente, el cantaor Alonso Núñez Fernández –mas conocido como Rancapino Chico– se enfrentó este jueves a la que será la entrevista más peculiar de toda su carrera: la que le hicieron los usuarios del centro de día y de la residencia isleña de Alzheimer. Desde el centro Dolores Castañeda, que dentro de su dinámica habitual de trabajo suele llevar a cabo actividades de este tipo, se le invitó a echar un rato con los abuelos. Y el artista no lo dudó un instante. Es más, dio sobradas muestras de cariño y respondió diligentemente a todo aquello que los usuarios de Alzheimer tuvieron a bien preguntarle, que no fueron pocas cosas.
Porque allí –en el salón de actos de la residencia, que es donde se desarrolló esta entrañable actividad– se habló, por supuesto, de flamenco, de su carrera artística y de las próximas actuaciones que tiene en cartera, pero también, cómo no, de su familia –de la inmensa figura de su padre, Rancapino– y hasta de su afición a los toros y de su amistad con el diestro isleño David Galván, que por cierto también tiene su vinculación con este centro.
Incluso, el joven artista chiclanero recordó cómo empezó a cantar, al participar con tan solo 5 años en el casting del programa de televisión Veo, veo. Y habló de su pasión por el genio de Camarón de la Isla –su otro gran referente además de su padre– del que reconoció que no solo era el pasado sino también el presente y el futuro del flamenco.
Por supuesto, como era de esperar, los usuarios de Alzheimer no tardaron mucho en pedirle a Rancapino Chico "un cantecito" para animar la cosa. Y el artista flamenco les regaló con todo el corazón un fandango que, claro está, fue largamente aplaudido.
Pero la cosa no quedó ahí, porque algunos usuarios –los más atrevidos– respondieron también al gesto y se arrancaron también, lo que agradó enormemente al cantaor, que acudió al centro acompañado de una voluntaria –Eva, de Dulcemente Eva–que es también amiga suya y que en esta ocasión había ejercido de intermediaria para que los usuarios de Alzheimer pudieran pasar una mañana un poquito especial.
A más de uno, desde luego, se le notaba de lejos en este entrañable acto su pasión por el cante flamenco, que ayer además puso de manifiesto la capacidad que tiene el arte –y sobre todo la música– para tender puentes entre generaciones y romper todas las barreras, también esas que levanta el Alzheimer y contra las que desde hace décadas se lucha sin descanso en este centro de la asociación Afa Vitae.
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