“Pensar en los libros es pensar que ahí está guardada la experiencia humana”
Gioconda Belli | Escritora
La autora nicaragüense abre hoy la 40 edición de la Feria del Libro de Cádiz con un pregón que hablará de la relación de su país con Cádiz
El Baluarte de la Candelaria acoge la fiesta hasta el 6 de julio
Programación completa de la Feria del Libro de Cádiz

Comienza una nueva edición de la Feria del Libro de Cádiz, la número 40. El Baluarte de la Candelaria acogerá hasta el 6 de julio esta fiesta de las letras que tendrá hoy su apertura oficial con el pregón que pronunciará, a las nueve de la noche, la escritora nicaragüense Gioconda Belli.
Pregunta.–¿Cómo afrontó el encargo del pregón de la Feria del Libro de Cádiz?
Respuesta.–Me pareció un gran honor, nunca he hecho un pregón antes y va a ser mi primera experiencia en España. En América Latina no se usa hacer pregón, yo creo que es una cosa muy española, y no me había tocado todavía. Para mí es muy lindo que además sea en Cádiz, porque es una ciudad que tiene mucha relación con muchas cosas de Nicaragua. El primer jefe de Estado de Nicaragua, Manuel Antonio de la Cerda, estuvo preso en Cádiz y se fugó de la cárcel. Es toda una historia, porque él aprendió a ser zapatero mientras estuvo preso. Entonces, es una historia divertida, simpática, que quiero contar. Esas cosas son como la serendipia de la historia, nos acerca a ciertos hechos. Yo había estado pensando en escribir una novela sobre esa época, la época después de la independencia en Centroamérica.
Y la otra cosa que me encantó para incluir en el pregón es que, revisando la relación entre Rubén Darío y Cádiz, resulta que estuvo aquí en 1892, en la celebración del cuarto aniversario del encuentro de España y América, o sea, el descubrimiento de América que le decían antes. Escribió que le había encantado el lugar, pero además me encantó lo que encontré en el Diario de Cádiz, precisamente, con un titular que decía: “¿Quién tiene a Rubén Darío?”. Fue en septiembre de 2014, cuando se perdió el busto de Rubén Darío de la Alameda de Apodaca. Desapareció un día y fue un gran escándalo, empezaron a pensar que lo iban a sustituir por otro. Pero la Policía logró encontrar a quien lo había robado y lo había dejado tirado en una maleta, en un solar vacío, el busto de Rubén. Entonces a mí, como poeta, me parece que es como una aventura más de Rubén, de andar conociendo Cádiz.
P.–Feria y pregón son términos relacionados con lo festivo ¿Se trata de vocear que el libro está de fiesta?
R.–Por supuesto, toda la importancia de la alegría, de la imaginación, los libros como pequeños artefactos que contienen las palabras de la imaginación, las alegrías, las pasiones; o sea, todo lo que somos como especie, lo que nos hace ser humanos. Y además en estos tiempos tan confusos y tan difíciles, donde estamos en las puertas de una situación de gran incertidumbre, como está la situación mundial, pensar en los libros es pensar en positivo, es pensar que ahí está guardada la experiencia humana que ha vivido este tipo de cosas antes y señala cómo hemos salido de estos entuertos. Y la importancia que tienen los libros. Cómo nos invitan a la ternura, a la sabiduría y que nos dan paz. Para eso los libros son esenciales.
P.–Me está dibujando el libro como una especie de salvavidas de la humanidad.
R.–Exacto. Habría que coger bien ese salvavidas.
P.–¿Sin embargo, se ha anunciado varias veces la muerte del libro, como el cine, y parece sobrevivir.
R.–Sí, sí, nos lo han anunciado. Me parece que incluso las ventas de los libros desde la pandemia han subido y el sector editorial está muy contento porque ha habido un reverdecer de los libros. Y también, bueno, estuve ahorita firmando en la Feria del Libro en Madrid: las ferias son para mí como un evento que nos hace a los escritores soñar y sentirnos felices por hacer lo que hacemos. Porque ver tanta gente excitada, emocionada alrededor del libro, alrededor de los autores, entonces a uno le da una sensación de que realmente lo que está haciendo tiene sentido y que hay personas que se interesan por lo que uno hace. Cada voz, cada palabra que ve, cada ser humano, eso es otra maravilla. Cada ser humano puede presentar la realidad desde diferentes perspectivas, y entonces hay tantos seres humanos que necesitan escuchar las diferentes perspectivas.
P.–El encuentro con los lectores, entonces, viene a ser como la confirmación de que el acto de escribir es como un amor correspondido.
R.–Claro, y entonces las ferias del libro son encuentros amorosos; son encuentros amorosos porque uno está solo escribiendo, y cuando llega a la feria empieza a tener esa retroalimentación maravillosa de sentir que hay alguien para quien ha sido importante lo que ha escrito. A mí me dicen unas cosas tan bellas, las lectoras y los lectores, como que mi libro les cambió la vida. ¡Qué hace uno cuando te dicen eso!
P.–La Feria del Libro dura siete, diez días... ¿Habría que hacer también un pregón para las librerías, un pregón para todo el año?
R.–Yo creo que esa es otra función de la Feria del Libro, que se conocen librerías, se conoce a los libreros, hay una relación cercana, hay una relación personal, presencial,que se establece, y eso es invaluable. Y el librero juega un papel importantísimo en las recomendaciones del libro. Yo creo que hemos logrado transitar esa parte que fue tan difícil en otros países cuando se empezaron a acabar las librerías pequeñas. Y yo veo que en España eso no ha sucedido, y que las librerías han seguido luchando por su espacio, y lo han hecho muy bien. Y tienen la complicidad de los escritores, porque no hay nada más lindo que llegar a una librería donde el librero te conoce, y conoce tus gustos, y en eso hay toda una cultura de muchísimo tiempo, y una amistad que ya el que te recomienda el libro sabe quién sos, porque te gusta, y eso es invaluable.
P.–El librero no es la persona que te vende el libro.
R.–No sólo vende el libro, porque son tantos los libros, ¿no?, que también uno tiene que tener esa especie de guía. Igual que las reseñas de los periódicos son importantes, igual que la crítica es importante, todo eso es formativo para el escritor, y creo que conduce a una literatura más sólida, que tenga más diversidad, y que además alcance a mayores cantidades de personas, de público.
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